sábado, 18 de enero de 2014

  Yo no odio a nadie.
  Bueno, tal vez sí.
  Odio a alguien a quien soportar día tras día, a cada acción que realiza, un poquito más.
  Odio que se equivoque, que eche tanto en falta, odio su tristeza diaria. Odio que aún así calle y sonría en vez de soltar de una maldita vez cómo se siente. Odio que perdone siempre a aquel que le ha hecho daño, y que haga como si nada ocurriera.
  Odio que se fije en cada mínimo detalle,  que mire tanto a la gente. Odio que se enamore de lo imposible; odio que sueñe tanto.
  Lo odio tanto. A mi propio ser. Qué locura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario