domingo, 16 de febrero de 2014

Me acostumbré a gritarle al vacío, a ahogar a mis demonios en tinta, a llorar cuando nadie miraba, a tapar la tristeza con sudaderas grandes, a absorber mis problemas con canciones como si de esponjas se tratasen. 

Y aún así, es mi propio pensamiento el que me reconcome por dentro, me quema y me hace (y hará) arder hasta que me interior se quede hecho cenizas. Y lo único que pueden hacer las cenizas es dejar que se las lleve el viento.