sábado, 18 de enero de 2014

  Yo no odio a nadie.
  Bueno, tal vez sí.
  Odio a alguien a quien soportar día tras día, a cada acción que realiza, un poquito más.
  Odio que se equivoque, que eche tanto en falta, odio su tristeza diaria. Odio que aún así calle y sonría en vez de soltar de una maldita vez cómo se siente. Odio que perdone siempre a aquel que le ha hecho daño, y que haga como si nada ocurriera.
  Odio que se fije en cada mínimo detalle,  que mire tanto a la gente. Odio que se enamore de lo imposible; odio que sueñe tanto.
  Lo odio tanto. A mi propio ser. Qué locura.

domingo, 12 de enero de 2014

Supongo que cuando elegí el título para este sitio lo hice por algo. El boulevard de los sueños rotos. Mi pequeño paseo a través de mis esperanzas rotas. Supongo que todo se acaba rompiendo, aunque tal vez sea otra estupidez que mi cabeza crea para justificar mi continuo estado.          
Lo único que se rompe es lo frágil. Entonces, yo soy frágil. 
Antes no lo era. Para nada. Podía aguantarlo todo dentro de mí durante mucho, mucho tiempo. Pero ahora no sé si podré. Realmente no lo sé. A veces tengo miedo de mí misma, de comenzar a gritar en medio de clase y salir corriendo. A veces tengo miedo de que los demás se enteren de lo que pasa por mi interior. Menos mal que no se pueden saber los pensamientos del otro. Menos mal. A veces, simplemente, tengo miedo de cuánto va a durar esto, esa presión en el pecho y esas ganas de gritar contenidas. Creo que tengo miedo de tener miedo, y, ¿cómo puedo ser tan tremendamente estúpida?
En fin.
Maldita debilidad.
No sé si la aguantaré más.